Cuando en la noche
bajaste descalza por la suave ladera,
como un aterido animal de los antiguos cielos,
se enredó la luna en tus tobillos
Hasta la madrugada,
apoyaste tus pies en mi regazo;
ambos bebimos luna
y los insectos de la noche
revolotearon
Te marchaste cuando el sol resbalaba en los cardos marianos
y la luz entonaba sus himnos. Desde tus tobillos
se disolvió la luna como una amante lánguida
y se perdió en la mañana, en el cielo tan claro
como los ojos de una salamandra.
GOCHO VERSOLARI
Ilustración: Aleksandra 88